En éste camino hay muchas señales de alto que hay que ignorarse.
Comer la basura del suelo mientras otros se miran en el reflejo de sus espejos de oro.
Agriándonos la tierra, están los que nos pisotean la cabeza.
Les gritamos en las plantas de sus pies. Pero estos no tienen oídos.
Manteniendo las raíces del árbol para que sólo algunos coman sus mejores frutos.
Si se desconoce dónde se apoyan los pies al caminar… es posible que se termine aplastando lo que se ignora que existe. Pero no todo se aplasta sin que ocasione heridas.
Una ventaja desventajosa a favor nuestro.
Hay oídos que no entienden el idioma de los más descorazonados lamentos.
Están tapados por billetes, son ensuciados diariamente por palabras enfermizas de algunos que no saben oír más que los plastificados sonidos que emiten los dígitos de su calculadora.
Calculando… empobreciéndonos. Igualándose entre ellos. Desigualándonos de ellos.